El catalejo.



La esperanza se diluye como cuchilla en la carne,
los pensamientos hierven al ritmo parco de las sombras.
No quiero ser ese barco sin capitanes antiguos,
este ruido pestilente que persigue el sol a todas partes.
Voy cerrando mi vientre mientras las luces revientan
y mi corazón parece un loco dibujando balcones,
los pájaros mienten todos a mi paso
ya no puedo fiarme de la luz traidora de mi lámpara. 
Es hermoso el aroma animal de los extraños,
los colores absurdos que no pueden dibujarse,
es hermoso este adiós ataviado de razones...
me voy despidiendo del amarillo irritante,
del rojo siniestro,
del verde interminable,
del purpura inútil,
del blanco lujurioso.
Ahora camino como borrando los sueños,
como enterrando el futuro en cajas muy pequeñas.
Ya no importan los tesoros del mañana,
las dichas minúsculas que pudieran sorprenderme,
solo me ocupa el peso insoportable de algunos recuerdos,
el destino improbable de todas mis ideas,
pondré cada dolor en un sitio secreto
y dejaré los mapas abandonados a su suerte.
No seré más la replica humilde de temblores alarmantes,
no ahora cuando mi esperanza se diluye como cuchilla en la carne.

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