Soy proclive a la ira.




Soy proclive a la ira.
Lo sé por el crujido de huesos dislocados.
Por mi silencio atestado de gestos furiosos,
por este miedo insensato a los pájaros felices.
A veces me sorprendo saboteando cicatrices,
disfrazándolas tarde de las heridas que fueron,
dibujando jaulas que terminan siendo puertas,
contando los minutos por la forma en que corrompen las cosas.
Soy proclive a la ira,
cómo nos serlo si siembro pesadillas detrás de mis flores
si un niño, una boca y un sueño
caben en el mismo armario donde guardo mis cuchillos...
tanto ensayar la risa para improvisar insultos,
tanto inventar orgasmos para terminar oyendo un circo de gemidos.
Cómo no sentir enojo si mis jardines son de plástico 
y el sol que creía despertarme 
es solo un circulo toxico de amarillo número cinco.
Si, estoy enojada pero olvidé para qué.
Nadie ve este cuerpo saturado de lujuria 
y el deseo se suicida lanzándose al vacío de mis uñas 
si debo nombrar el mundo a mi paso
porque todos los días los objetos y las cosas se pronuncian distinto.
Y ahora bien, debo callar mis huesos dislocados, 
dulcificar con palabras mis silencios furiosos,
claro, estoy calmada y también loca,
cómo no estarlo si soy proclive a la ira.


Abril 8 de 2010.





Comentarios