El interprete.

                                             


Me desplomo como un trozo de humo,
tengo la luces  del alma detenidas y mi corazón,
es solo un charco espumoso de ceniza sin dueño.
Ya no tengo espinas en las manos,
porque la rosas que nacían en mi piel,
se fueron a vivir en el antojo.
Prescindo de mi cuerpo para destruirme a fondo,
para pintar de azul esta ausencia escondida entre los muros.
Quién soy yo sino un sueño malvado,
una pesadilla siniestra disfrazada de soles.
Tengo las luces del alma detenidas,
y un pedazo de tu voz  descorre las cortinas,
un minúsculo estruendo se parece a tus ojos,
y un ruido de dos filos es tu palabra casi transparente.
¿Qué hago con este charco espumoso?
Con este espacio tuyo sin parecido a nada.
Con tu imagen estrecha ahogándose en mis ojos.
Para dónde te llevo cuando los lugares se me acaben.
y tu rostro me recuerde lo lejos del camino...
Yo tenía un horizonte doblado para ti,
un futuro blando y tibio que solía frotar con las dos manos,
y las luces del alma encendidas a tu paso...
como decir cosas tan largas en palabras tan cortas,
como me despido si no se hacia donde fuiste
y un retazo tuyo grita que aquí estás.

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