Sábado siniestro. (Leo, pero no del verbo leer)


Hoy llego cansada, sin voz de tanto gritar, con los pies adoloridos de haber gastado el baile, con esa euforia minúscula y poco duradera de las noches con ruido, con gente, pero solitarias. Este alcohol acomodado en las venas, me recuerda que las dichas efímeras en nada se parecen a la felicidad verdadera, fruslerías nada más. Acumulo con rabia estos instantes sin futuro, esta fantasía traviesa de beberme la vida en un solo sorbo, de maquillar con maestría algunos silencios que en ciertas circunstancias pudiesen disfrazarse de palabras. Te extraño, con una nostalgia loca y descomunal, con mis ganas insensatas de llevarte hasta mis sueños y amarrarte a la delgada linea de mi espalda, con este deseo improbable de llorar por lo pequeño que fue y lo enorme que jamás será. Escucho tu voz en mi teléfono, suena como un ruido absurdo y esponjoso sacado de otro tiempo, lo escucho una vez, dos veces, así los vocablos comienzan a perder sentido; te pienso desde mi  sur hasta tu norte y la distancia me sonríe como una bruja insoportable; ya no soy la misma desde que atravesaste tu presencia en mis horas, cada cosa que creía tangible se vuelve humo detrás de mis ansias, quiero verte, coserme ese aroma tuyo infinito y desconocido entre las piernas, quiero saber el tamaño de tu mano sobre mi piel, el peso exacto de tu cuerpo en el borde de mi almohada. No puedo conformarme con estos recuerdos estrechos y angustiantes... necesito el golpe de tu labios asfixiando mi boca y mis ideas. ¿Cómo haré para escapar? Un martes de una semana cualquiera inventaré una puerta que nos una. Te obligaré a tocarme los secretos con caricias intensas y miedos recién inventados, no pospondré este abismo que coquetea con descaro. Déjalo todo, te digo con las manos abiertas, pero sé que es muy pronto para enterrar ciertas costumbres, entonces hago un puente con tu ternura, con mi urgencia de entregarte lo que dicen mis temores. Llámame de nuevo, revienta mis oídos con insistencia. No dejes de asomarte a la ventana cuyo paisaje he pintado para ti. Te cambio mi ausencia por un costal lleno de abrazos, mi cuerpo es un señuelo avanzando entre tus dedos. Pero por favor, si no has de amarme vete al fondo del mar.

Comentarios

  1. Cuando la piel habla, la razón cierra la boca.

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  2. he llamado y segire haciéndolo hasta que me pidas que te deje en paz

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  3. Puedes llamarme, no hay problema. Un beso enorme y pon en práctica mis consejos. Ah, se me olvidaba, no dejes de leerme y recomienda mi blog.

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