Algo apagó la luz en mí.
serían los
silencios crudos e insolentes
que solían
dormir bajo mi patio,
o el adiós
tenebroso dibujado en estos labios.
En esos días,
el amor era solo
un ruido violento
parasitando en
mi boca sin que dios lo viera…
y es que ya no
tengo piel para vivir nuevos asombros
y el corazón
apenas alcanza a escupir la ternura
y mis manos solo
sirven para recoger pájaros ahorcados…
ni que decir de
mi frente, ya no soporta el sol.
Mi angustia es
un chillido inaudible,
nadie lo escucha,
pues nadie se acerca demasiado.
¿Quién quiere
estos ojos disfrazados de ideas?
¿Quién quiere
este cuerpo saturado de malicia?
¿Quién tocaría
cicatrices de heridas tan futuras?
Antes, hace
mucho, el amor era solo un ruido violento,
Un rosa pálido,
instantáneo e inocente.
Pero los días
tiñen de sangre las certezas
y las palabras,
persiguen lujuriosas,
la luz mentirosa
de los sueños.
(Llévame
al río,-pido con la mano abierta- Pero no este, sino el que esta mas allá)
Mi voz es
un mensaje inútil naufragando en la botella…
Una colección de
abandonos atraídos por el cebo en mi ventana.
Algo apagó la
luz en mí.
No fue la
impaciencia,
tampoco la
angustia,
ni la razón, ni
el ruido.
Quizás nunca
hubo luz.
Solo un púrpura
feroz desgarrando la carne.
Un simulacro de
color en mi silencio…
¿Quién quiere
estos ojos disfrazados de ideas?
¿Quién tocaría
estas heridas con cicatriz en el fondo?
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