Las canciones que anteceden al miedo.


Como un circulo viviente que se aniquila a si mismo, convierto todo en sentimientos profundos y suicidas, en tonadas ridículas parecidas al miedo. Ya no reconozco este objeto tenue que soy, solo me observo con cierto escepticismo, con esta ira creciente y soñadora, infestada de abandonos. Debería estallar en galaxias sin nombre, en figuras geométricas cuyo calculo siempre será surrealista. ¿Que hacer con el hartazgo que atraviesa mis días? Dibujaré solapadas promesas a la orilla de mis ojos; dormiré trazando silencios inútiles. Cuanto dolor acumulado en un cuerpo minúsculo... en estas manos generosas suplantadas por olores, formas y sabores. Nuevas cicatrices hacen fiesta en mis ideas y hasta ahora comprendo "la absurda continuidad de los parques" Apretados junto a mi llevo los múltiples e interminables paraísos de plástico, de látex, de papel barato y no puedo irme porque ciertas rutas se extravían desde su breve comienzo. Es caminar entre llamas fugaces que no queman pero desmienten la luz verdadera de la dicha... una vez vi un gato enamorado de la luna, atrapado por un anhelo siniestro amenazando su libertad en los tejados, lo vi navegar océanos oscuros y tempestades disfrazadas de apocalipsis. Quizás soy como ese gato hipnotizado por imposibles, por abrazos diminutos esfumándose en la primera  y mentirosa claridad del alba. Caminaré colgada de metáforas imprecisas. Le hablaré de muerte a la muerte, en una larga charla sin vino y con la ropa muy puesta. Para que visitar los muchos subterfugios de la infancia. No tendría sentido seguir reinando sobre cada suspiro. Este adiós es espeso como sangre, desnudo como un niño, incompleto. Tantos barcos ocupando mi horizonte, ya ni puedo contarlos. Nada me importa lo necesario, pues el hechizo frágil que sostiene mi existencia se conjura a si mismo cansado de  ser tantas palabras sin acuse de recibo, acumuladas en desorden y trémulas de angustia. Apenas termino de decir mi nombre y ya el mundo es comedia, drama y performance, una imitación patética de la hermosa imagen nunca consumada. El paisaje inventa una ventana. El mundo avanza demente haciendo espirales lucidas y a veces delirantes; por eso es inevitable el circulo viviente que se aniquila a si mismo.

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