Un pedacito de pan mojado por la lluvia.



Mejor que la luz se extinga aquí, antes de que el grosero paso de lo cotidiano, domine con polvo y manos sucias el milagro de esa noche perfecta. Ya no temas ser leído, me marcho de ti viendo tus páginas en sánscrito. ¿Cuantas palabras no dijimos? ¿O con cuanta certeza las dijimos? Éste mi corazón, ha sido solo una breve llama sacudida por olvidos, un interminable nudo de silencios. Si, mejor no arruinemos la piel vistiéndola con alma, porque la soledad mas peligrosa es la soledad compartida. Me quejo de esta rabia inusual, del inútil peso de mi mano sobre tu mano, pues puedo ver cuando te busco que también estás perdido. No te vayas, o mejor vete y llévate todas mis frases poderosas como pociones y ya no vuelvas, hoy será el día de enterrarte. Sigue inventando ciudades así como yo te inventé a ti.

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