Del feminismo conveniente y otros males posmodernos.


Me niego a vivir con el cuerpo condenado a los barrotes del machismo, pero también me niego a vivir sin un feminismo autentico, en estos tiempos en que algunas batallas minúsculas parecen superadas, en un tiempo en el que al menos la presencia de la mujer en todos los escenarios se manifiesta ganando con tenacidad unos cuantos espacios, me indigno a contemplar como un número enorme de mujeres se adscriben y promulgan el feminismo conveniente. Se preguntarán mis lectores que es el feminismo conveniente, pues no es más que esa bandera absurda que agitan ciertas mujeres para justificar su libertad, pero que dista en todo sentido de la verdadera igualdad; es la premisa de creernos dueñas de nuestra vagina y a la par, de la cuenta bancaria del hombre que se acuesta con nosotros, es esa actitud cínica de ofendernos si un obrero cansado a las 6 de la tarde en el transporte público no se levanta para darnos el asiento solo porque somos mujeres. Creo que no hemos entendido la enorme responsabilidad que implica la igualdad, no solo se trata de una palabra que  abre las puertas para incluirnos en el mercado laboral, en el ámbito económico, en las decisiones políticas, también es un compromiso permanente con la construcción de nuevos modelos de relacionamiento entre los sexos y el replanteamiento real del significado de la pareja y los afectos. Nos ufanamos de haber trasgredido el viejo esquema de cazador - recolectora, de tener derechos sexuales y  una independencia con la que nuestras abuelas hubieran soñado, sin embargo, seguimos esperando que los hombres nos paguen la cuenta, nos compren ropa cara y algunas no tienen reparo en dejarse mantener (cuanto odio esa palabra) tomamos lo que nos convenía del discurso feminista  y decidimos con gran descaro ignorar el resto. ¿Y que es resto? Sin duda olvidamos la importancia de reconfigurar el concepto de lo masculino, nos cuesta afrontar la hermosa oportunidad de escoger un hombre solo por el placer de su compañía, por su pensamiento critico y su capacidad de ayudarnos a encontrar lo que nos hace felices, mientras tiene plena conciencia de que él, en si mismo, no es nuestra felicidad;  nos abruma aquel sujeto quien con un respeto profundo a esa igualdad a la que tenemos derecho, considera natural vernos hacernos cargo del propio bienestar económico, de nuestro proyecto de vida y por eso (no por tacañería) evita caer en cliché de tratarnos como princesas. Francamente, si yo fuera hombre me sentiría confundido. Mujeres que me leen: Existen hombres de carne, hueso e intelecto dispuestos a amarnos y a darnos un lugar en su vida, pero esos hombres no andan en autos de moda, ni estarán prestos al rescate financiero de una dama en apuros, probablemente no se fijarán en ti por el tamaño de tus tetas, sino por la firmeza de tus opiniones y la riqueza intelectual de tus ideas, te cuestionarán cuando lo crean necesario y no se prestarán para chantajes emocionales ni relaciones enfermas en donde tú quieras ser lo único en su vida. Y no son un mito, he tenido la fortuna de conocer algunos que simplemente adoran mi risa y mi charla, que entienden el potencial que yace en lo profundo de mis sueños y me permiten dividir con ellos la cuenta sonriendo un poco avergonzados (lo llevan en el chip), pero comprometidos con la construcción del nuevo feminismo, uno totalmente desusado que le enseñe a los niños a  jugar con muñecas y a no reprimir el llanto cuando sufren, que desterrará a las Barbies en los juegos cotidianos de las niñas y que hará de los concursos de belleza solo un evento arcaico donde se premian "bellezas" sin contenido y sin similitud a la hermosura de nuestros cuerpos como verdaderamente son y no como los medios lo imponen, lo predican, lo incorporan al imaginario colectivo. Renunciemos a ser víctimas del "macho" pero igualmente, evitemos convertirnos en victimarias de los hombres que han decidido con total valentía y arrojo apoyar desde sus actos y convicciones el legítimo objetivo de la feminidad. Hombres que me leen: Rebélense contra las terribles ataduras del feminismo conveniente, atrévanse a re-educar a las mujeres que conocen con argumentos y actitudes, no permitan que los humillen por ser criaturas maravillosas capaces de llorar y defender su derecho a no ser responsables del bienestar de cada mujer con la que se cruzan, siéntase orgullosos de rechazar un rato de sexo cuando lo que quieren es que los escuchen y los abracen, inventen el "masculinismo" si es necesario (jum... si ya sé, ese vocablo no existe y poco me importa) pero rechacen la implicación de ser amantes de película porno, siempre en celo y aturdidos de testosterona, las mujeres como yo los admiramos y creemos que juntos derribaremos los antiguos modelos, escribiremos el nuevo manual para el amor, uno muy simple que invite a comunicarnos a reconocernos y criticarnos, a implementar  un diálogo franco y conciliador entre los géneros, un proyecto genuino de igualdad y pactos comunes y porque no, una contracultura poderosa que nos ayude a enterrar el feminismo conveniente y otros males posmodernos. 

Comentarios

  1. Mucho que reflexionar, mucho que aprender, mucho que cambiar!! Gracias por regalarnos siempre una pastillita de sabiduría ...

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  2. Espero volver farmacodependiente a todo el mundo.

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  3. Que en mi mundo las mujeres conduzcan, se rasquen las tetas, y con toda libertad pueda elegir sus jaublas. Un mundo donde los hombres también lloran, usan shots y siguen siendo igual de guapos y masculinos.
    ¡Me uno a la causa!

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