Cardamomo en vez de anís.

Quiero ser la última huésped de tu piel,
la autora material de todas tus fragancias.
Déjame que te lleve al lugar donde mi sombra termina,
allí nos hundiremos en ciénegas lechosas y bosques prohibidos.
Te enseñaré cartografía haciendo mapas sobre mis poros,
y haremos magia con la ceniza que deje atrás cada beso.
Soy tu puerta abierta, también la cerrada,
un manojo cóncavo de lujuria impaciente,
el insumo preciso de tu gesto y tu gemido.
Esta libertad, esta euforia, este sueño, estas ganas de volar,
se parecen a tu mano hambrienta extraviada entre mi pelo.
Yo contigo olvido el miedo de despertar cada día,
y sucumbo al delicioso paraíso de vivir para tocarte.
Yo por ti me vuelvo un charco de sonrisas felices,
y renuncio, renuncio al vicio de querer olvidar.
Te regalo mis palabras, algunas viejas y otras en la infancia,
mis sarcasmos corregidos por la ternura,
mis ideas desamarradas, ordinarias, burdas...
Porque quiero ser la última huésped de tu piel
el lienzo de tus dientes, de tu lengua, de tus labios...
Juguemos (como al principio) juguemos, a enamorarnos con letras,
a imaginar las caricias, a dibujar los abrazos.
Te estoy esperando con mis historias juntas,
con mis senos desnudos de tus manos.
Esto del amor es bailar a tientas, resucitar muy pronto.
Déjame llevarte a ese lugar donde termina mi sombra,
así te haré el último autor de todas mis fragancias.