Crónica del día perdido o el dulce truco del acostumbramiento.



Y entonces uno vuelve a ser lo que era, con su vida de antes, la versión de siempre,  las mismas rutinas otra vez sin esperanzas, con rabia en vez de euforia, con hambre de sueños. Sale al parque y las palomas le estorban, oye a los niños y sus vocecitas suenan más que estridentes. Piensa uno que la ternura es solo un tumulto de expresiones cursis propias de hippies desocupados, de gente con tiempo para atender los detalles ridículos, de personas sin ritmo ambicioso con días enteros solo para amar. Luego viene de nuevo la amargura, esa punzada insoportable en las ideas, esas ganas infinitas de nada. Ese dolor constante y terco por las sonrisas ajenas. Se conforma uno con momentos ordinarios, con gente básica que te quiere a cuotas y muy de vez en cuando. No importa marchitarse. Más tarde vendrá el desasosiego, ese cumulo perfecto de esperanzas obviadas y perversidades extinguidas, ese miedo solapado y preciso a que la felicidad exista mientras uno se la está perdiendo... Los días se arrastran y hasta se viven solos, porque uno amanece sin ganas de vivirlos. Después es peor porque uno se acostumbra o sea que uno existe en el acostumbramiento y es como ver cada día de uno en fotos, solo imágenes alegóricas que se parecen al dueño, muere uno un poco al acostumbrarse... pero a la postre y milagrosamente nos sacude el amor, nos florece la risa sin motivo, el corazón se empeña en latir como animal, el olor de una voz se vuelve visible y el alma entera se desborda y se empeña en soñar. Un día el amor se muere y entonces uno vuelve a ser lo que era, con su vida de antes, la versión de siempre, las mismas rutinas otra vez sin esperanzas, con rabia en vez de euforia, con hambre de sueños...

Comentarios

  1. mas que gris... es la ausencia de todo. en nuestra presencia...

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  2. si reconocemos la ausencia, la tristeza y el dolor estamos listo para amar.

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