Lucy convertida en arquitecto o un extraño intento de posesión momentánea.

Conocí a Lucy un día cualquiera, bueno no cualquiera, ese día fue distinto porque la conocí. Tenía las palabras tímidas todavía y yo solo esperaba un orgasmo, un rato acompañado de un cuerpo femenino, frivolidades que llaman, siempre seguras y cómodas... primero me sorprendieron sus frases, sus ideas descaradas que me hacían sonreír, me deje arrastrar un poco por su charla y la cosa se prolongó... digamos una noche, dos noches, todas las noches de julio, agosto, septiembre, siempre nos esperábamos en nuestro nido virtual (era como eso, escribirnos cada uno en su cama, suponiendo apenas la existencia del otro al lado contrario del computador) ya no supe porque la buscaba, me decía a mi mismo, solo quiero follar. !Que va¡ también extrañaba su risa, la interesante manera en que me hundía en sus historias cuando me las contaba. En el día me asaltaba, cuando ocupado como siempre estoy o pretendo estar, recordaba alguna frase, aunque fuera muy breve, como un pestañeo punzante. Un día tuve más curiosidad que miedo, y fui a su mundo, es decir a su casa, un apartamento pequeño como si lo hubieran hecho después de medir a la habitante, (porque Lucy es diminuta, precisa como su lengua y sus escritos) en fin, creo que ese día yo era la cosa más grande en su casa. Con sus manos blancas me preparó la comida y me pareció perfecta la imagen mientras lo hacía, tanto que me acerqué, la abracé por la cintura  y respiré el olor de su cabello, era negro... Lucy se estremeció un poco y siguió en su tarea de cocinar. Se veía bella pero bella distinta, no como las demás mujeres, había algo en su presencia, una coquetería involuntaria, o el brillo de sus palabras acechándome de forma permanente; (ya era mi escritora favorita) No sé, no sé. Y en ese momento los sentimientos desconocidos me fastidiaban un poco. Todo estaba delicioso, la música, su voz, su olor, el vino y esa comida deliciosa, la cercanía de su piel. Esa noche fui feliz, adueñándome de su boca de sus gestos, de sus gemidos ahogados e intensos. Ella, era una compañía verdadera. No pensé el amor concretamente, pero el amor si empezó a pensar en mi,  de vez en cuando. Lucy oía mis tangos, entregándose toda, me tocaba y me sentía autenticamente. Tuve que reconocer que al principio solo era sexo, pero luego, descubrí cosas buenas y maravillosas en ella. Nunca se lo dije. ¿Cómo no sentir miedo del amor? ¿Cómo no enamorarme de Lucy? Uno solo se tropieza una vez en la vida, con una escritora que narre así su encuentro con un arquitecto desconocido. Igual, me fui alejando, o nos fuimos alejando, ella con la ternura contenida por mis silencios, yo abrumado por la expectativa de querer amarla, y quizás no evitarlo si la veía, si la tocaba, si me seguía dejando atrapar por sus palabras.Un día la llamé y no contestó. Yo quería decirle que la extrañaba, que tenía ganas de verla y en vez de eso le dejé un mensaje con algo así como... Me acordé de ti, que bueno saludarte. Cada semana coincidíamos menos, pero no la olvidé, no la olvido, me sigue picando en un rincón del corazón, un lugar pequeño y empolvado de mi que prefiero no visitar. Hoy le dije, por un error en los tiempos de conjugación de mis verbos, le dije en dos frases  que debí decir en el pasado. Ella volvió a ser mía un poco, me dijo cosas cursis y yo la supe mía por la rabia en sus palabras... Lucy siempre tiene muchas palabras. Estoy un poco triste o melancólico, cual protagonista de un tango. Lucy se estaba enamorando de mi, cuanto me hubiera gustado que terminara de hacerlo. Me lo dijo, con sus llamadas esporádicas, con su paciencia durante tantas de mis ausencias, con cada centímetro de su piel, con ese beso que le dí al mediodía aquel domingo antes de salir de su casa diciéndole adiós. Pude leerlo además y mostrarle nuestra noche a uno que otro amigo, ver el sonrojo en sus caras y sentirme inmortal pintado por sus párrafos. Si, Lucy quiso darme todo y yo lo sabía, pero lo postergaba, contento de tener excusas para vivirlo después. Es una lastima, ahora veo que me sé más palabras de las que logro sentir. Sin embargo, no quiero que me olvide.

Comentarios

  1. Narración que se filtra por tu campo visual a través de la sangre y de manera fácil y sencilla te llega hasta el corazón te llega hasta el alma...

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