Un manual para Perseo


Escribiré estas líneas inocentes
en parte porque tengo las manos atadas;
las canciones se han borrado de mis ojos,
la angustia reemplaza cualquier sueño tangible,
Quiero decirte solamente - es un secreto-
donde guardaré mis abrazos,
aún son pequeños para salir al mundo,
están en la infancia como para llegar a tus labios,
necesitan ser soñados dos veces al día,
y es imprescindible que les des un nombre,
son abrazos frágiles y carecen de malicia,
apenas ensayan la mejor manera de ser tuyos.
No los pierdas en el camino de otras bocas,
no los olvides por error al caminar por la calle.
No los espantes con tus miedos recetados,
solo déjalos ser y respirar sin atarlos...
Los otros abrazos, los de antes, 
los que murieron cuando todavía eramos nosotros,
esos nos esperan en una estrella insolente,
la que miramos al tiempo cuando creemos larga la distancia,
Querido mio, escribo estas lineas inocentes,
para recordarte que el cielo todavía existe,
lo veo en estas palabras contenidas por la ausencia,
en esta sed irreparable de tu voz en mis ideas,
en el increíble rumor de los recuerdos más blandos.
Quédate, -eso quiero decirte-
quizás un día yo encuentre el camino a tu presencia,
y vuelvan nuestras charlas, nuestro beso detenido...
y se vayan estas lineas inocentes, 
que escribo solo porque tengo las manos atadas.

Comentarios