La fealdad.


Este cuerpo diminuto no alcanza a contener mi espíritu,
mis senos pequeños, mis labios simples, se oponen a mi fuego,
sabotean mi lujuria, me impiden las ganas,
anulan por completo mi impulso de latir...
Mis ojos ya frustrados de anhelos inconclusos,
devoran los recuerdos y se cubren de sombras que parecen vivir.
Quiero destruir mis muslos, desaparecer mi cuerpo inútil,
arrasar esta piel que únicamente se nutre de asombros.
Pobre de mi cuerpo soñando con soles,
pobres de mi boca que no acepta morir...
malditas palabras que me invaden de fondo,
que me disfrazan el alma de ganas de reír,
Ven, contágiame de desdén,
enséñame el camino para llegar a la inercia...
No me toques, tu mano hace que me queme sin arder,
sin que valga la pena consumirse,
No sé para qué quiero sostener tu horizonte,
siempre lejano, siempre pintado de colores imposibles,
debe ser que el dolor se ha hecho carne en mi,
debe ser que ya la rabia aprendió a decir mi nombre.
Este cuerpo diminuto no alcanza a contener mi espíritu,
y por eso siempre se ve, se huele, se siente tan maltrecho,
ingenuo, delirante, podrido de hermosura.
Bueno, ya no hablemos, es hora del té,
de la brutal transparencia, del silencio desdichado.

Comentarios