Bondage


Era un nudo tu nombre,
por eso vino la noche y se tragó las palabras,
las hizo muros y así las dejó intactas,
les quitó el deseo de morar en las cosas
y les dio la apariencia de frívolos artículos.
Mi nombre era un lazo que anhelaba ser horca,
atadura, látigo o cualquier otro instrumento de castigo.
En esos tiempos teníamos las manos blandas de amasar tantos golpes,
los labios sesgados de rojo y amarillo,
los odios puros y en la infancia, la risa ensayada, el orgullo  tibio.
No fueron suficientes los insomnios que guardamos,
faltaron silencios desechables que pudieran usarse dos miradas después.
Yo deliraba con máquinas de besos, con horrores cercanos,
con el espacio inútil entre una idea y otra...
yo abría la puerta y la arrojaba al mal,
promovía la rebeldía durante las ausencias.
El miedo crujía y la ternura esperaba,
le permitía el hambre, le dejaba sufrir.
Ahora tomo el nudo y  lo convierto en horca, en  atadura, en látigo...

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