Primavera


Allí nos veremos, donde comienzan las flores,
lejos de la oscuridad del mundo,
agarrados con miedo del instante.
Te llevaré a viajar trepado en este exilio,
y desde allí, te respiraré, te exhalaré,
te haré puentes en los ojos y los dedos,
vacilará el silencio mientras dices mi nombre.
No habrá cerrojos que detengan nuestra voz.
Tendremos prisa por soñarnos brevemente,
por masticar la dicha siempre escasa,
perseguida, urgente, sofocada de intrusos.
Hablaremos del tiempo y las estrellas,
no haremos preguntas sin que ocurran los besos.
Permitiré que huyas cuando quieras,
y aun cuando me quieras (sé que huirás)
cuando intentes salvarte o cuando te abismes…
Te espero alojada en el milagro de tu mano,
en el anhelo insensato de rezarte, sorberte,
diluirte, espesarte, sospecharte, inducirte…
en el temblor delicioso que acompaña al miedo,
en cualquier esquina entre tu risa y mis labios.
Ven o no vengas, continúa aturdido,
no importa, únicamente tengo dos palabras,
ambas estallando como flores en tu oído.

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