Suplicios.


Arráncame este idioma tan sesgado,
quítalo de mí con muchas púas,
impídele mentir con látigos y sombras,
tortúralo con rabia hasta que pierda el sentido,
hasta que le salgan venas, voz, malicia.
Ninguna frase debería salvarlo,
porque no hay belleza en él (que no te engañe)
Aplícale suplicios que sean impronunciables,
destruye su sintaxis, mutílale el fonema,
- Ojalá el más protuberante -
prométele la vida mientras lo llevas a rastras.
Es un hijo mío adorado por las cosas,
sembrado en mí a la fuerza para obligarme a hablar.
Quítalo de mí con muchas púas,
con atroces silencios, hazle trampa.
Porque no hay belleza en esto que repito,
porque cuando hablo se me sale el alma.

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