Inventarios


Son muchas las cosas que en mí se saben pendientes;
sembrar el huerto, morir despacio,
dormir de prisa, envenenar los alientos.
Cosas pequeñas que no entienden distancias.
Tengo mi voz que repta entre otras voces,
un murmullo ciego y atorado aquí en los dedos,
un sinsabor de puertas que se azotan cuando intuyen los pasos.
Unas cuantas canciones que se aman entre ellas y se salvan del sofoco.
Algunas de mis horas que ríen con malicia,
con ese gesto pertinaz de dientes apretados.
Una especie de verbo que se atropella en las noches,
se vive sin pronombres temiendo los adverbios.
Dos vueltas del reloj, ocho, diez, mildoscientas.
Buenas noches.

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