El ruego


Vámonos antes de que venga el futuro
y nos mire sentado con el ceño fruncido.
Insúltame, desnudame, compárteme,
hazme objeto tuyo como un libro nuevo.
No me espantes con promesas insulsas,
tú bien sabes que no tengo paciencia
ni siento compasión por las cosas sin alma.
No intentes arrastrar mi belleza a tu horizonte,
sobre todo, porque tiene jardines,
comida caliente, rutinas implacables
y para desgracia tuya no soy ama de casa.
Úsame, muérdeme, conversa conmigo...
pero por Dios Santo, no me traigas anillos,
sin duda entiendes cuanto temo a las jaulas.


Comentarios