brutales, asfixiadas, esperando el humo,
la mirada siniestra, el fondo oscuro de mis labios.
No les basta la violencia de mis huesos cuando caigo,
ni el confuso estertor que nace de mi risa,
ni el respirar hambriento del vidrio en la ventana.
Estas son mis míseras ideas,
violadas mil veces por verbos enfermos,
aturdidas de sol, de pan y de lascivia,
llenas de mi lengua, siempre suelta,
y tan puta como yo.
Comentarios
Publicar un comentario