Tres.

No soy esa mujer con senos exultantes
a veces ni el mirar de un albañil me atraviesa,
solo tengo estas palabras que crecen sin vergüenza como espuma
un cuerpo asustado del voraz apetito que se cuece en su centro
No soy esa mujer a la que chiflan los hombres en la calle.
Soy más bien invisible como un trozo de viento
Como un ruido en el bosque,
como este deseo insoportable que te niegas a ver.
No soy esa mujer por la que te masturbas un domingo en la tarde
Soy tan pequeña y dulce que podría caber en tu bolsillo...
Mi maldición empieza en no saber bailar.
El ritmo se lanza temerario a la desnudez de mi espalda
pero se estrella y se aburre antes de llegar a mis pies.
No soy esa mujer a la que desvistes en mitad de una sonrisa
apenas soy una criatura que tocas en el brazo por gratitud o por reflejo...
Que poema tan triste este que te escribo.
Cuanta rabia cabe en los orgasmos que no fueron.

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