Celos


Pon tu mano en mi espalda y pon tu espalda en mi mano,
así sabremos que el delito es mutuo y nos tocaremos sin culpa.
¿Ves ese árbol dulce mío?
No lo mires, no lo abraces,
bautizalo de sábados,
acaricia sus ramas con mis verbos,
cuéntale de ti, de mí, de aquel nosotros... 
Susurra en su raíz el ruido de los pájaros
que imprudentes charlaban  mientras subíamos al cerro.
No vuelvas allí sin estos labios...
o muéstrale a tu niña cuando la lleves a ese cerro,
de que color eran las flores que puse en tus oídos,
el atajo al paraíso que encontraste en mi nombre.

Comentarios